¡Bienvenidos a Jaén:donde el aceite de oliva corre por las venas y la historia se respira!
¡Ay, mi Jaén querido! Ese rinconcito del sur de España donde el sol brilla con ganas y el olivo es rey y señor. Jaén, con su catedral que parece sacada de un cuento de hadas y sus calles empedradas que huelen a siglos de historia, es un tesoro andaluz. Pero ojo, no todo es oro lo que reluce, que también tiene sus cositas. Así que, agárrense que vamos de viaje por lo bueno y lo malo de Jaén, con un toque de humor y mucho arte.
aqui ya habia dicho algo de esto: Críticas y Opiniones sobre Pueblos de Jaén
Si hay algo que no falta en Jaén, eso es el aceite de oliva. Aquí el olivo es más sagrado que la virgen del Rocío. Cuentan las malas lenguas que si en Jaén no te gusta el aceite, te exilian al instante. Y no es para menos, porque estamos hablando del mejor aceite del mundo mundial. Los turistas flipan en colores con las catas de aceite. *»¡Ay, qué aceite más rico!», dicen los guiris. Claro, no han probado otra cosa igual.
La Catedral de Jaén, esa joya renacentista que podría hacerle la competencia a cualquier catedral europea, es digna de admirar. Eso sí, después de subir una cuesta que ni la de enero en rebajas. Pero merece la pena, o eso dicen. Los turistas no paran de sacar fotos y quedarse boquiabiertos con la majestuosidad del edificio.
En Jaén se come bien, y punto. Aquí los platos están hechos con amor y con un toque de aceituna en cada bocado. Desde unas migas bien hechas hasta un lomo de orza que te resucita el alma. Pero no todo es perfecto. A veces, encuentras algún bar que se piensa que con cuatro tapas mal puestas va a conquistar a la gente. No señores, en Jaén sabemos de comida y somos exigentes.
Jaén está lleno de historia. Desde los baños árabes hasta el castillo de Santa Catalina, cada rincón te cuenta un trocito de pasado. Lo malo es que a veces se nos olvida cuidar tanto patrimonio. Ves una calle histórica y justo al lado un edificio que parece de otro planeta. Vamos, que el equilibrio no es nuestro fuerte.
La Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas es una maravilla. Un paraíso natural donde desconectar del mundo y conectar con la naturaleza. Pero, a veces, hay que tener cuidado con las áreas menos cuidadas donde el plástico y la basura hacen acto de presencia. Un tirón de orejas no vendría mal.
Jaén es un lugar de contrastes, donde lo bueno es muy bueno y lo malo, pues… tiene su gracia.
Con sus aceites de oliva que son pura poesía, su catedral imponente, su comida deliciosa (con excepciones) y su rica historia (a veces mal cuidada), este pueblo andaluz te deja con ganas de más.
Así que, si no has estado, ¿a qué esperas?
Y si ya has estado, vuelve, que Jaén siempre tiene algo nuevo que ofrecer, aunque sea un nuevo bar que critique.
Y ya sabes, como dicen en Jaén: «¡Echa, echa y no te quejes, que esto es Jaén y aquí se vive bien!»